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El ego, la ignorancia y el apego; sufrimiento asegurado

Foto del escritor: Oriol GifraOriol Gifra

Hay enseñanzas milenarias que tras ser reflexionadas y observadas adquieren todavía más importancia de la que les dábamos, porque te das cuenta de cuánta razón llevan.


Para el budismo el sentido de la vida va muy ligado a aprovechar este viaje vital para prepararnos para podernos liberar del sámsara, este ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento en el que los seres humanos estamos atrapados debido a nuestras acciones (karma) y deseos, las cuales vienen acompañadas siempre de sufrimiento (no conozco a ninguna persona que no haya sufrido por algo o por alguién en algún momento de su vida).


Más allá de la creencia que uno pueda tener de este ciclo de renacimiento o del porque estamos aquí, en este post quiero centrarme a reflexionar sobre los 3 males identificados por el budismo como causantes de un montón de conflictos humanos que son el ego, la ignorancia y el apego.


Aunque normalmente se le suele añadir a esta tríada el deseo como factor originario de sufrimiento y conflicto, en este caso lo vamos a añadir dentro del ego, porque al final el ego va muy asociado al deseo (del ego, del "yo").


De hecho, según Freud (1856 - 1939) , el ego adapta nuestros deseos a la realidad.





EGO


En psicoanálisis y según el direccionario de la Real Academia Española el ego se define como "Parte de la personalidad, parcialmente consciente, que se reconoce como yo, y actúa como intermediaria entre los instintos, los ideales y la realidad" o "Autoestima excesiva".


Según el budismo, el ego es la creencia errónea en un "yo" sólido, permanente e independiente. Esta ilusión de separación nos lleva a actuar de manera egoísta, generando conflicto interno y con los demás.


El ego crea dualidad: nos identificamos con cosas externas (estatus, posesiones, relaciones) y sufrimos cuando estas cambian o desaparecen.


Se podría decir que el ego es nuestro yo copernicano, donde todo gira alrededor nuestro y todo y todos dependen de uno en más o menos grado, según el grado de ego que uno tenga.


De ahí, por ejemplo, que el liderazgo mal entendido se convierta en egocentrismo en el más puro estado. En su extremo es cuando observamos conductas tiranas, dictatoriales, donde la persona se cree el centro del mundo.


Como todo en la vida, el ego también es en grado, es decir, hay infinitos niveles de egocentrismo posibles, tantos como personas lo cultiven.


Tener autoestima es imprescindible, pero no hay que confundirla con el ego. La autoestima es quererse y cuidarse a uno mismo como somos sin compararnos con el resto de personas y el mundo. El ego sobrepasa la autoestima en el momento en que se cree, por comparativa, mejor y por encima de los demás.


Autoestima es repestarse sin faltar el respecto a los demás, el ego no entiende de respeto y suele pasar por encima de lo que suponga una amenaza para los deseos de este "yo" ciego.


El ego, en definitiva es un velo que nos puede cubrir la consciencia de tal forma que actuamos más por instinto que por reflexión con la única regla de que primero, siempre y únicamente pasará por delante nuestro "yo" del tú, el nosotros o el ellos.


Es sano preguntarse si sin querer (porque en muchas ocasiones es inconsciente, por la existencia de este "velo") en nuestra vida puedan haber o existan determinados comportamientos, tanto a nivel privado como profesional (en el ámbito del trabajo) donde estemos haciendo pasar el "yo" por delante del tú, del nosotros o del ellos.


A mi entender el ego supone un gran problema para alcanzar una vida plena y feliz, ya que supone la otra cara de virtudes como la humildad, la empatía o la generosidad, es decir, el ego no se da a los demás, se da a uno mismo como único sujeto y la vida está organizada precisamente para comportarse colaborativamente, dándonos siempre a los demás.



IGNORANCIA


Del pensamiento de Sócrates (470 a.c. - 399 a.c.) ha surgido la famosa frase "sólo sé que no sé nada". Reconocer que es imposible tener el conocimiento absoluto y verdadero de todo es el principio para reconocer nuestra ignorancia.


Reconocer nuestra ignorancia es imprescindible para adoptar una actitud de constante al cuestionamiento y al aprendizaje continuo, imprescindible para vivir la vida conscientemente y con plenitud.


El problema de muchas personas en nuestra sociedad actual es que no son conscientes de que son ignorantes, no son conscientes de su inconsciencia real y potencial.


Al no reconocer esta limitación, ni tan siquiera conocer de su existencia, comporta que muchas personas actúen guiadas por su ego, como si tuvieran la posesión de la verdad absoluta sin cuestionarse nada de lo que la vida les muestra o les invita a hacer o pensar.


Van por la vida como zoombies, por impulsos primarios guiados por conductas sociales populares o popularizadas lo que les convierte en una oveja más del rebaño sin que se den cuenta de si ese rebaño va hacia el precipicio o come hierba fresca.


Conductas como ignorar o rechazar el cambio climático, o bien criticar la inmigración sin tener la más mínima empatía de qué significa jugarse la propia vida o la de tus hijos (la vida, lo único y más preciado que tenemos) en una patera para huir de la muerte, son ejemplos de cómo la ignorancia se traduce en pensamientos poco reflexionados, sin empatía, humiladad ni generosidad.


Es curioso observar como todo, absolutamente todo, está conectado. Con una vida más ajetreada y donde la instantaneidad es lo que se lleva, el sistema límbico es el que da la respuesta más rápida a un mundo instantáneo como el actual. El problema es que el sistema límbico es un sistema instintivo orientado a garantizar nuestra supervivencia pero incapaz de sugerir una acción bien reflexionada y ponderda.


Es como si hiciera mucho frío dentro de casa y el sistema límibico nos hiciera cerrar la puerta siempre, sin pensar que puntualmente necesitamos abrirla para recoger leña para hacer fuego para calentarnos con el fin de dejar de tener frío dentro de casa.


Así es como funcionamos sin darnos cuenta cuando el ego y la ignorancia juzgan y prejuzgan sin detenerse a pensar que nosotros somos exactamente iguales que aquellos que se hunden en el océano intentando sobrevivir, ¿por qué deberíamos ser superiores?, ¿qué nos hace superiores a un inmigrante?, ¿quién o qué nos otorga ese derecho o estatus?.


No dejes que tu sistema límbico ponga un segundo velo (después del de del ego) a tu consciencia y permita humildemente reconocerte como ignorante, como una persona más en este mundo que no va a parar de pensar y aprender hasta que se muera, porque nuestro paso por aquí es de constante aprendizaje y reflexión sobre las cosas que nos ocurren a diario.


Es imposible mejorar como persona y cómo sociedad sino reconocemos nuestras carencias y debilidades con el fin de intentar mejorarlas. Es imposible mejorar tampoco sin reconocer lo que hacemos mal o si hacemos daño a algo o ha alguien.


La ciencia para progresar autoreconoce su ignorancia y limitación de conocimiento constantemente. Debe saber lo que no sabe para poder investigar con el fin de, algún día, saberlo.


Así es la naturaleza, como una cebolla que vamos pelando y vamos descubriendo nuevas capas de conocimiento. Así misma es la vida, no nos quedemos en la capa de la cebolla exterior, descúbrela reconociéndo que todavía te quedan muchas capas por conocer.


Recuerda, reconocer la ignorancia paradójicamente te hace un poco menos ignorante a la vez que te hace más humilde, empático y generoso.



APEGO


En el budismo, el apego se denomina "tanha" (sed o deseo) o "upadana" (aferramiento).


El apego es una forma de aferrarse a objetos, personas, ideas o identidades en un intento de obtener felicidad o seguridad.


Se basa en la ilusión de permanencia y en la ignorancia (avidya) de la verdadera naturaleza de la realidad, que es impermanente (anicca) y carente de un yo inherente (anatta).


El apego como vemos está totalmente relacionado con el ego, que es el que fabricael ilusorio deseo de aferrarse a algo para, de forma ignorante e inconsciente, proteger la felicidad asociada a esa persona, identidad u objeto material.


El apego reside en la falsa e inconsciente idea de que todo es como si fuera permanente y eterno. Queremos o creemos que aquello que nos da placer puede ser permanente, y por ende, el placer que nos da también, de ahí que nos aferramos a no perder esa persona, identidad u objeto de nuestra vida porque es clave para nuestro supuesto bienestar permanente. Digo supuesto porque ese bienestar será también temporal, tan temporal como todo lo que nos rodea y como nosotros mismos en esta vida.


El apego es el resultado de no reconocer algo tan visible y demostrable como la impermanencia de la vida misma y de las cosas que la conformamos.


El apego da siempre como resultado el sufrimiento, porque la ley de la impermanencia nos arrebatará tarde o temprano aquello a lo que nos habíamos aferrado. Es en ese instante donde el sufrimiento, como reacción de rechazo y enfado por parte de nuestro ego, hace presencia.


La cara más visible del apego está en la conducta de muchas personas en relación con el dinero y las cosas materiales, que se traduce en carencia de generosidad, consumismo y acumulación de objetos materiales o dinero desmesurados.


El apego vuelve, una vez más, a convertirse en la antítesis del comportamiento de la naturaleza, la cual cada día nos muestra como su flujo vital consiste en el intercambio y colaboración constante y desinteresada, porque la misma ley del equilibrio se encarga de equilibrar todas las transacciones para que todas las partes tengan lo que deben en cada momento.


El apego es una reacción absolutamente antinatural ya que no te puedes quedar lo que no es tuyo. El capitalismo construyó un ente abstracto denominado propiedad pensándo que el ser humano es el centro del universo, quién lo crea y lo gobierna... y nada más lejos de la realidad.


En una ocasión a un monje budista alguien le preguntó lo siguiente tras visitar su humilde casa; "¿cómo es que no tiene nada colgado en las paredes, no tiene decoración y apenas ningún mueble?", el monje le respondió; "estoy en esta vida de paso, ¿para que acumular cosas? ".


La acumulación material es la causa y la vez el resultado del apego en un círculo vicioso que se retroalimenta. Cuánto más acumulamos, más apego tenemos a más cosas, cuantas más cosas más cultivamos el apego, el cual a su vez produce ese deseo de tener todavía más.


El propósito que damos al dinero, por ejemplo, es una buena muestra de cómo gestionamos el ego, la ignorancia y el apego. Da vida a tu dinero dando vida a tu alrededor.


Libérate de los 3 velos que conducen al sufrimiento; el ego, la ignorancia y el apego.


Reconócelos para alejarte de ellos. No permitas que se apoderen de tu ser y hacer y serás más feliz, porque cuando estos 3 velos no están se iluminan virtudes esenciales para ser feliz en la vida; la humildad, la generosidad y la empatía.

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