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Reflexionando sobre la felicidad

Foto del escritor: Oriol GifraOriol Gifra

Actualizado: 5 ene

El concepto de "felicidad" es uno de los conceptos psicológicos más complejos, debatidos y mediáticos que haya.


Su complejidad parte de la misma base de su definición o conceptualizació, pero también y sobre todo de cómo alcanzar este estado duradero de bienestar emocional.


El Diccionario de la Real Academia Española define el concepto cómo:


"Estado de grata satisfacción espiritual y física. Dicha, ventura, contento, satisfacción, bienestar, suerte, prosperidad, fortuna, alegría, bonanza."





Desde una perspectiva filosófica, la felicidad ha sido entendida de diversas maneras:


Según Aristóteles (384 a.c - 322 a.c), la felicidad (eudaimonía) es el resultado de vivir de acuerdo con la virtud, desarrollando todas nuestras potencialidades y alcanzando el equilibrio en nuestras acciones. Para él, la felicidad no es un estado pasajero de placer, sino un modo de vida basado en la excelencia moral y el desarrollo personal.


Para Epicuro (341 a.c - 271 a.c), la felicidad se encuentra en la búsqueda del placer y la ausencia de dolor, tanto físico como mental, aunque esto debe hacerse de manera moderada y reflexiva, evitando excesos.


La psicología contemporánea tiende a definir la felicidad como un estado de bienestar subjetivo, que implica una mezcla de satisfacción con la vida, emociones positivas frecuentes y la ausencia de emociones negativas intensas. Además, se reconoce que la felicidad también está relacionada con la sensación de tener propósito y conexión con los demás.


Para mi la felicidad es algo que debe describir uno a sí mismo. La definición de la sensación es algo personal e intransferible. Además, es compleja, de grado, ya que como todo pueden existir diferentes tipos de intensidad y en última instancia depende de cada persona, de su sensibilidad y percepción.


Para mi es un estado de bienestar mental de no necesidad de nada, y eso sólo se logra con generosidad.


Muchas personas confunden o asocian la palabra felicidad con tener más cosas materiales o con determinados aspectos materiales o físicos de la vida, es decir, asocian la sensación a un vinculo material de posesión o disfrute.


La confusión proviene del hecho de que, por ejemplo, determinadas emociones y determinada actividad produce dopamina, este neurotransmisor natural que estimulamos y segregamos cundo algo le gusta a nuestro cuerpo. Generamos dopamina mientras interactuamos en las redes sociales o, por ejemplo, mientras realizamos algún tipo de actividad física.


La dopamina en exceso es como una droga natural y sus efectos positivos se pueden volver en contra y generar ciertas dependencias.


Pues bien, mucha gente puede sentirse feliz por ejemplo interactuando en un videojuego o bien en las redes sociales.


Este tipo de “felicidad”, en realidad, es un espejismo, no es real, porque depende de una interacción material de la cual dependemos y sin la cual probablemente seamos “menos felices” o no seamos felices.


Otro ejemplo de una famosa frase trampa es la de que el “dinero quizás no hace la felicidad pero ayuda mucho a ser feliz”.


Esta frase es una frase trampa porque el mismo enunciado de la frase ya predispone al oyente a vincular y dar por sentado de que dinero y felicidad van unidos de alguna forma, y es totalmente falso.


Para desmontar esta trampa es tan simple como preguntarle a la persona que enuncia la frase lo siguiente: si no existiera el dinero, ¿serías feliz?.


Esta pregunta descoloca, porque para empezar implica preguntarse algo que muy poca gente se pregunta, que es… ¿es posible ser feliz sin dinero?, o, mejor aún ¿cómo puedo ser feliz sin dinero?.


Es decir, si separamos dinero de la felicidad, ¿qué ocurre?.


El problema aquí es que muy pocas personas saben ser felices sin dinero, sin algo material. Y claro, lo material cuesta dinero. De ahí la relación directa.


Curiosamente, pero, lo más importante de la vida no se paga con dinero: ser buena persona.


Porque el ser es algo inmaterial una vez más y, por lo tanto, no funciona con las reglas de lo material como el dinero. El dinero sólo sirve en el mundo material, de ahí que siempre me han sorprendido las personas que acumulan fortunas, casas y cosas materiales, o que se gastan mucho dinero en cosas materiales que, al final son efímeras y no te hacen ser mejor persona.


La pregunta que debemos hacernos es más bien, ¿el dinero ayuda a mi vida inmaterial, es decir, a tener una conciencia nítida, positiva, libre y sin apegos a nada?. No, más bien todo lo contrario.


Lo material distrae a nuestra mente de lo realmente importante, porque focalizamos nuestra mente en objetos, en cosas que no sirven para nada tras nuestra muerte y que tampoco, en el fondo, nos hacen realmente más felices aunque nos puedan dar placer a corto plazo o momentáneamente.


Además, el placer de algo material nuevo, dura muy poco, tanto como el tiempo que tardamos en asumirlo como normal en nuestra vida.


Con lo que ni por viajar más serás más feliz, ni por comprarte un coche. Tendrás ese pequeño placer, que, como un estornudo, pasará por tu vida como un suspiro sin que, con el tiempo, te hayas dado cuenta.


Así, mucha gente confunde tener pequeños estornudos placenteros a ser feliz. Intenta encadenarlos con el fin de que esa sensación de dopamina no se desvanezca… como alguien drogado a lo material que siempre quiere más y más y nunca tiene suficiente, porque además siempre en el mercado hay algo más nuevo o mejor a lo que agarrarte.


La felicidad no está en lo material, aunque pueda parecerlo. La felicidad esta ligada a una actitud inmaterial, al ser y comportarse de una determinada manera, a conectar con los otros y con el entorno sin necesidad de nada material a partir de 5 principios básicos que resumo en el infográfico de más abajo y que podéis leer de forma más desarrollada en mi libro, El libro de la vida.





Así pues, para mi la felicidad es el reflejo de vivir bajo estos 5 principios.

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