El poder de la sonrisa
- Oriol Gifra
- 12 abr
- 3 Min. de lectura
Para mí, sonreír con autenticidad es una expresión de la alegría del alma. De hecho, Descartes (1596 - 1650) dice que la sonrisa es un efecto mecánico del alma sobre el cuerpo: cuando sentimos alegría o admiración, los músculos faciales se activan.

Según la ciencia, existen varios tipos de sonrisa (hasta 50), pero destacaremos aquí básicamente dos:
Sonrisa de Duchenne: la auténtica. Activa los músculos de la boca y los ojos. Se asocia con emociones reales y positivas.
Sonrisa social o falsa: solo con la boca. Se usa para parecer amigable o educado, aunque no estemos felices.
En este post, siempre estoy hablando del primer tipo: la de Duchenne, la auténtica.
La sonrisa es un gesto que, con el tiempo, se ha ido perdiendo. Fijaos en que cada vez es más difícil encontrar personas sonriendo en el día a día. ¿Cuántas personas, en un día normal, os sonríen?
La sonrisa, en mi opinión, emite una energía muy poderosa. En términos de lenguaje no verbal, seguramente es uno de los gestos más bonitos y potentes que existen.
Es un arma poderosísima, porque cuando activas la sonrisa, su energía suele contagiarse y cambiar el ambiente por completo, apaciguándolo y emitiendo buenas vibraciones. Estas ayudan a conectar mucho mejor y más rápidamente entre la persona que emite la sonrisa y quien la recibe.
De hecho, la ciencia corrobora que, cuando sonreímos, el cerebro libera dopamina, endorfinas y serotonina (neurotransmisores relacionados con el placer, la reducción del estrés y el bienestar).
Incluso una sonrisa falsa (solo mover los músculos) puede activar esas zonas del cerebro. Se llama el efecto feedback facial.
O sea, no solo sonreímos cuando estamos felices; también podemos sentirnos más felices si sonreímos.
Ver a alguien sonriendo activa nuestras neuronas espejo, que nos impulsan a imitar esa expresión.
Por eso, en grupos sociales, la sonrisa tiene un efecto “bola de nieve”: ayuda a crear empatía, confianza y conexión.
Además, la sonrisa reduce la presión arterial y mejora el sistema inmunológico.
En lo social, las personas que sonríen son percibidas como más atractivas, competentes, confiables y simpáticas.
Incluso en entrevistas de trabajo o en ventas, una sonrisa puede mejorar los resultados.
El único problema con la sonrisa es cómo y cuándo la generamos. La auténtica sonrisa es aquella que se genera espontáneamente como resultado de un estado de alegría, una forma de expresión de la misma. Claro, si no estamos en una situación alegre, será difícil que nos salga una sonrisa natural y auténtica. Es entonces cuando algunas personas intentan disimular su estado emocional forzando una sonrisa.
Pero la sonrisa forzada se nota (porque solo se mueve la boca) y, además, es difícil mantenerla con cierta naturalidad durante mucho tiempo.
O sea que, la conclusión para activar esta poderosísima arma es vivir el día a día lo más alegres posible.
Si estás alegre, sonríe más. Activa tu consciencia para regalar sonrisas a las personas que te rodean. Te sorprenderás de lo felices que las harás y del buen ambiente que crearás con solo sonreír. Lo más probable es que te devuelvan la sonrisa instantánea e inconscientemente.
Cuando alguien se dirige a mí o me atiende con una sonrisa, no sabéis lo feliz que me hace. Porque me hace muy feliz ver a gente feliz. ¿A ti no?
Según Nietzsche (1844 - 1900), la sonrisa es a menudo más poderosa que la razón, porque puede expresar lo que las palabras no alcanzan.
Sonríe a la vida y la vida te sonreirá, generando una poderosa energía de alegría y felicidad en ti y a tu alrededor.
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